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Aunque la tecnología facilita cada vez las transacciones directas entre comprador y vendedor, lo cierto es que un buen corredor de propiedades sigue siendo la opción más recomendable. Veamos por qué:
El corredor de propiedades se dedica día y noche a buscar oportunidades, evitándote la incomodidad de tener que ser tú mismo quien las encuentre y agende citas para conocer las casas. Esto es más importante en el caso de vender, ya que los compradores suelen olvidarse de ofertas cuando el contacto no responde una llamada o no se muestra fácilmente disponible.
En el papel, vendedores y compradores pueden entenderse de mil maravillas sin necesidad de un tercero. Lamentablemente, la realidad nos enseña que muchas veces la negociación puede naufragar a causa de roces personales que pueden evitarse por medio de un profesional que sepa regatear sin ser ofensivo o que pueda ser el malo de la película sin arruinar la transacción.
El corredor de propiedades está perfectamente al tanto de los recovecos contractuales de cada venta, por lo que es de gran ayuda para evitar problemas legales y para entender bien cada aspecto involucrado en las condiciones del contrato.
El simple hecho de que su trabajo esté regido por la ley pone al corredor de propiedades en una posición que lo obliga a la transparencia. Si a esto le sumas que gran parte de su éxito depende de su reputación y de las recomendaciones que genere por parte de sus clientes, entenderás por qué aporta más credibilidad que un vendedor ocasional, que sí busca su máximo beneficio en el corto plazo.
En resumen, pese a que existen personas perfectamente calificadas para llevar a cabo sus propias compras y ventas de propiedades, nada garantiza que la contraparte cumpla con las necesidades de transparencia, conocimiento legal, habilidades blandas, etc. El proceso puede resultar más complicado de lo que aparenta, y esa es la razón por la que bien vale la pena tener de tu lado a un profesional calificado.
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Martín de Zamora #4538
Las Condes, Santiago de Chile